lunes, 23 de mayo de 2016

 El resurgir del ave fénix

                     la primera vez que por la cabeza de milagros ríos sobrevoló la idea de exponer en un centro cívico (centro público dependiente del ayuntamiento de la ciudad de Sevilla donde se realizan actividades culturales, formativas, expositivas…) y se decidía a tramitar cuantos documentos fueran necesarios para ello, llegaba hasta el palacete de la casa de las sirenas en una mañana y tras una serie de rocambolescas circunstancias conseguía la autorización para estrenar su monotemática exposición sobre el ave fénix denominada “el renacimiento”. En unas pocas semanas sus cuadros, y varias piezas de escultura, ocupaban la primera de las tres plantas del palacete de la casa de las sirenas. La exposición tuvo un importante éxito de público. Ocurría en la semana santa del 2015.
                   Esa reconfortante sensación de haber transmitido el mensaje que pretendía la animó a plantearse una nueva exhibición de la obra en un tiempo no muy lejano. En un tiempo record.
                     En apenas pocos meses volvía a exponer una colectiva sobre fotografías, “la esencia”, aunque en su alma de pintora creciera y creciera una necesidad imperiosa que la empujaba a exhibir de nuevo su obra pictórica “el renacimiento”. La arrastraba una tentación irrefrenable de que el ave mitológica que ella había plasmado en vivos colores y que habitaba bajo el título de “el renacimiento” volviera a volar entre las paredes de algún lugar donde cuantos no pudieron contemplarla anteriormente lo hicieran esta vez. Deseaba que el ave fénix que protagoniza su obra inspirara a los buscadores que anhelan alcanzar el camino del conocimiento. Un deseo pretencioso. ¿De quién parte esa finalidad, de ella, o es su obra? cuando un artista transmite un mensaje de luz en estos tiempos oscuros da igual entrar en esas disquisiciones fariseas porque artista y mensajes están conectados. El uno elige a la otra y esa primera es sólo un instrumento.  De todas formas, la intención de la pintora era que el ave fénix no pereciera envuelto por el calor del fuego, como sucede en el mito. Mejor dicho, que el mensaje que quería que quedara impreso en las pupilas de cuantos vieran sus aves de trazas impresionistas no fuera otro que la resurrección a una nueva existencia, a una nueva vida, desde la vida anterior, desde la muerte anterior, necesaria para iniciar un nuevo camino, ya que, sin la muerte de lo viejo no hay nacimiento a lo nuevo. De la misma manera que este es el mensaje visual que quiere transmitir para que llegue al alma y los corazones de cuantos observan, su obra también renacía en sí misma porque tras varios meses volvía a encerrarse en su estudio para pintar de noche y de día, conviviendo con los aves fénix en óleos y sintéticos que revoloteaban desde el dormitorio hasta la cocina, ocupando los espacios de su casa, los más recónditos rincones de su vida. Abría así una segunda etapa de la misma obra “el renacimiento”. Una segunda etapa en la que aumentaba el número de piezas hasta veinticuatro más.
         



   Desde el inicio de esta exposición había pintado al fénix sin parar, una y otra vez, pero en esta ocasión, con más profundidad, aún, que en la primera. Ahora pintaba sobre lienzos de forma circular. El círculo que une el principio y el fin. El continúo retorno, como en el lienzo circular en el que el fénix gira en espiral buscando el infinito. En esta nueva etapa el ave fénix rompe sus barreras, la cascara del huevo que lo aprisiona, la oscuridad que lo envuelve, buscando la luz, la luz que buscamos todos, eclosionando, eclosionando para ascender. Además del lienzo, la pintora, introduce uno de los elementos más nobles de la naturaleza como es la madera. Troncos sobre los que contar la historia del ave fénix. Madera y lienzo. Círculo y círculo.  Es a un punto circular en el cielo donde asciende el fénix que en alguna pieza aparece emparejado. Y dibujo sobre lámparas, muebles y guitarras.
             Desde la casa de las sirenas el ave fénix voló alto, por primera vez, sobre las mansardas de las buhardillas y sobre las ventanas de madera desde donde se otea la alameda de hércules y las proximidades de la calle feria. La misma ave voló meses más tarde a lugares más lejanos de la ciudad, hasta el centro cívico de la Ranilla y más tarde hasta el de la Buhaira, durante los meses de noviembre y diciembre. Y siguió volando para ser contemplado por otros ojos, por otras necesidades, que no pudieron contemplarlo antes y voló hacia el magnífico monasterio de san jerónimo de Buenavista para cumplir el deseo de quien lo pintó y como un ave que regresa a su lugar de procedencia, volverá hasta el palacete de la casa de las sirenas durante el verano, haciendo antes una parada en el centro cívico de san Julián. 
                   Con la trayectoria de la obra “el renacimiento”, la pintora, reitera en el ave fénix la parábola de un nuevo principio. El morir y el renacer del alma que aspira a alcanzar la luz desde donde resurgirá.
                    Esta es la historia del renacer del fénix.
Esta es la historia del renacer de milagros ríos.
                     Esta es la historia del renacer de todas las almas que buscan         la luz y la libertad.
Carmen torronteras de la cuadra.

Sevilla, primavera del 2016.

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