lunes, 19 de agosto de 2019

exposición de pintura EL RESURGIR DEL AVE FÉNIX

EXPOSICIÓN DE PINTURA 
“ EL RESURGIR DEL AVE FÉNIX”
Desde el día 30 de agosto al 6 de octubre
Salón cultural: SAN MIGUEL
C/San Miguel s/n Arcos de la Frontera
Cádiz ESPAÑA
INAUGURACIÓN 30 DE AGOSTO A LAS 20:30
Quedáis todos invitados
Milagros Ríos
MÁS ALLÁ DEL VUELO DEL AVE FÉNIX HASTA ARCOS.
De un nido que apenas era perceptible, un huevo fue rompiendo la envoltura. Lo hizo poco a poco, como si tuviera vergüenza de despuntar su cabeza de escasas plumas mojadas, a través de esa primera rotura, a un mundo de complejidades donde vendría a morir. El calor que recibió para nacer no fue excesivo. Sí, mínimamente templado, como para decidir el momento en que su temperatura de pollo inocente e indefenso debía nacer al mundo. Dado el primer picotazo desde el interior del cascaron, la que antaño fuera su casa, en ese instante, se asemejaba a una cárcel que le impedía crecer. Liberarse. Aquella debiera ser su misión: liberarse. Y liberar.
De un salto al suelo, unos tropiezos en bamboleo zigzagueante y su diminuto cuerpo amarillento de Fénix dejó de tambalearse de derecha a izquierda para erguirse con vanidoso orgullo a pesar de su diminuto tamaño. Y así, exposición tras exposición, la pequeña ave fue creciendo. De una hermosa casa en la Alameda de Hércules, dos bellas sirenas con patas y garras leonadas y rostros de mujer lo alimentaron con gotas de leche de sus pechos en cuerpos de seres mitológicos. Ambas sirenas, hijas del antiguo Egipto faraónico, dejaban caer gotas de leche con las que alimentarlo y hacerlo crecer y creció alimentado por cuerpos de leona y pechos de mujer. Creció hasta extender sus alas más allá de lo creíble y preparado para volar y tocar corazones de un impulso. Saltó desde La Casa de las Sirenas. Dejaba el lugar donde lo amamantaron gota a gota, como matronas, sus dos sirenas. El lugar donde su alma halló su verdadera esencia y donde su destino fuera revelado.
Extendiendo las alas crecidas de amor más allá de lo natural, sobrevoló sobre la Casa de las Sirenas, desde una punta a otra de la Alameda de Hércules. Desde donde las estatuas de Hércules, Heracles griego, y Julio Cesar de Roma, lo contemplaron partir, sobrevolando el cielo azul de la trimilenaria Spal. Ambos la divisaban sobrevolando otros espacios de la ciudad mientras las madres que lo amamantaron guardaban aún caliente su ausencia.
El pájaro no era ya un pequeño y zigzagueante animalillo. Era una ave realmente hermosa, de alas imponentes con la cualidad de metamorfosear su color de dorado a carmesí y hasta pudiera llegar a ennegrecer las plumas en su momento final, antes del resurgir posterior a su sacrificio. Y extendió sus alas más allá de lo concebible hasta alejarse del cielo protector bajo el que consiguiera ser un imponente Ave Fénix. Se aproximaba al mar, con las fronteras de tierras que con su nombre aún recuerda sus orígenes. Y sobrevoló cielos nuevos en la frontera de Arcos sin dejar de divisar a lo lejos el azulado cielo de Sevilla.
Carmen Torronteras de la Cuadra

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